Hace
seis años que soy enfermera neonatal y a medida que fueron pasando los años y
fui adquiriendo más conocimientos, comencé a darme cuenta del maltrato con que
los obstetras abordan a una mujer y a la hija o hijo que está por nacer.
Me
duele y me indigna la violencia obstétrica que se da todos los días por parte
de obstétricas, médicos obstetras y anestesiólogos. La violencia se manifiesta
hacia los pacientes de muchas maneras: maltrato verbal, forcejeos, fármacos mal
indicados que aumentan o disminuyen las contracciones, compresión física para
apurar la salida del bebé y niños que nacen prematuramente por cesáreas
programadas anticipadamente cuando no existen causas para interrumpir el
embarazo.
Sé
que es difícil de comprender pero, aunque mi lugar no es el de la paciente, la
verdad es que yo, como profesional, me siento una víctima más de la violencia
obstétrica ya que teniendo conocimiento de todo lo que sucede con las
parturientas y sus bebes, no puedo oponerme y tengo que callarme porque si les
contara a los futuros padres expondría a los médicos y a la empresa y perdería
mi trabajo. Amo mi profesión, elijo cada día ser enfermera neonatal, pero para
el equipo médico las ¨nurse” no tenemos derecho a opinar y tenemos que
limitarnos a cuidar, tapar y reparar los errores y los daños y nos hacen
cómplices de sus mentiras.
La
cesárea es un gran negocio; los obstetras y sus equipos no brindan la
información acerca de los beneficios que tiene el trabajo de parto en la adaptación
del recién nacido. Es frecuente que se programen cesáreas de pretérmino para
evitar que las madres desencadenen el trabajo de parto porque ellos no podrían concretar
el negocio. Nacen muchos bebés antes de tiempo a los que les costará más
acomodar sus mecanismos de adaptación al medio extrauterino (sobre todo lo que
tienen que ver con la respiración). Niños y niñas que son separados de sus madres
interrumpiéndoles el vínculo porque deben ser controlados en neonatología durante
horas, a veces varios días.
Es
violencia obstétrica que los médicos anestesiólogos, que deben estar presentes
desde que administran la anestesia hasta que finalice el parto, cuando están
apurados por irse discutan con los obstetras que esperan que el nacimiento se
dé naturalmente. A veces los anestesistas aumentan los goteos de la oxitocina
(que es la droga que estimula las contracciones uterinas) mientras que el
monitoreo fetal indica descenso de la frecuencia cardíaca, es decir que el feto
se encuentra con falta de oxígeno, agotado, por lo que la droga debe ser
interrumpida.
Es
violencia obstétrica decirle a una mujer mientras esta pujando "Pobre, tu bebé
trabaja solo porque no lo estás ayudando en nada¨; ¨Dale, boludita, seguí que
ya sale¨; ¨Estás perjudicando a tu bebé¨.
Es
violencia obstétrica subestimar y no darle la posibilidad a la madre de
realizar un pujo adecuado y subirse a una tarima o treparse a la camilla y
hundir los puños ejerciendo presión sobre la panza durante la contracción, esto
puede provocar graves daños en el bebé e incluso la muerte.
Es
violencia obstétrica utilizar dispositivos como el fórceps y llamarlo con otro
nombre frente a los futuros padres. “Pasame el Simpson”, piden a veces los
médicos a la enfermera circulante, por ejemplo. Por Dios, los padres tienen
derecho a saber qué sucede y qué procedimientos se realizan durante el parto.
Es violencia obstétrica entregarle al equipo de neonatología un recién nacido que
por malas maniobras, mal uso de fármacos, o por hacerlo nacer prematuro debe
ser reanimado. Los obstetras no sólo no se hacen responsables de lo que
provocaron, sino que justifican sus actos frente a los padres y se muestras
como grandes héroes.
Es
violencia obstétrica no ponerse en el lugar del otro en el momento del parto.
Los padres suelen observar cómo la enfermera realiza los primeros cuidados a
sus hijos pero las parteras no permiten que los padres estén allí, les piden
que se vayan al locker, y los apuran para que paguen por su servicio para que
ellas “no pierdan tiempo” y así puedan retirarse de la institución lo antes
posible.
Es
violencia obstétrica y humana olvidarse de que tenemos vidas que dependen de nuestras
manos y no cuidarlas con el respeto que merecen.
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