Ir al contenido principal

Aprueban la ley que quita la patria potestad a los condenados por femicidio

El Senado argentino convirtió en ley un proyecto por el cual se privará de la responsabilidad parental -conocida como patria potestad- a las personas que han sido condenadas por femicidio, por lesiones graves contra la madre o sus hijos o por abuso infantil.

La iniciativa fue elaborada por la senadora Marina Riofrío (FPV). "El objetivo es evitar que los hijos que pierden a su mamá a causa de un femicidio queden a cargo de su papá, es decir, del victimario. Esta ley resguarda a los niños y niñas de ser víctimas por partida dobe o revictimizados", explicó la legisladora sanjuanina, quien sentenció: "Es una medida de justicia y protección para los hijos que lograron sobrevivir al horror del femicidio".

La iniciativa ya había sido aprobada por el Senado, pero cuando lo debatió la Cámara de Diputados se le incluyeron varias modificaciones, por lo que retornó a la Cámara alta. Hoy, el Senado lo convirtió en ley, aceptando los cambios de la cámara revisora. Los diputados incluyeron como motivos para la quita de la patria potestad, además del homicidio agravado por el vínculo, lesiones contra la madre o los hijos y el abuso sexual infantil. Además, se contemplan los delitos descriptos cuando se configuren en forma de tentativa.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Labio partido, por Ana Julia Di Lisio

Tuve muchas dudas en dar mi testimonio, pero me decidí porque pienso que puede ser un granito de arena más para poder avanzar en esta lucha. Nací mujer y primogénita en una familia italiana conservadora. Como eran los ’80, mis papás no supieron que iban a tener una nena hasta que nací y desilusioné a muchos familiares sólo al dar el primer respiro. Ni papá ni su familia pudieron superar el hecho de que yo no hubiera nacido hombre. “Tuviste una calabaza“, le decían mis abuelos a mi papá.             Cuando yo tenía cuatro años, mi papá me sacó de una reunión familiar colgando de mi brazo. No me acuerdo bien por qué, sí que me llevó zamarréandome hasta la barrera de Turdera. Fuimos hasta un lugar en donde no había nadie y, frente a las vías, ya en el piso, me pegó a escondidas de todos hasta que me partió el labio. Las escenas de mis papás discutiendo y las sillas volando para golpearse, eran frecuentes. Luego de esas batallas, se cenaba con toda normalidad y sin

Tres miradas sobre el asesinato de Belén Canestrari, por María Isabel Rodríguez Osado

Testimonio de su hermana Marcela Canestrari El miércoles 30 de abril de 2013, pasé por la casa de mi hermana para tomar unos mates, tranquilas, aprovechando a que él no estaba. Belén tenía 26 años, dos hijos, Valentino y Máximo. Vi llorar muchas veces a mi hermana. Él era muy celoso, no la dejaba que tuviera amigas o saliera, ella venía a vernos a escondidas cuando él no estaba. La llamaba a cada rato para saber qué estaba haciendo y dónde. Ella lo justificaba y nos decía: Viste como es de hincha. Esa última mañana que nos vimos, yo tenía rasguños en los brazos porque había podado unas plantas; Belén me preguntó: ¿se pelearon con Diego?, ¿te pegó? Le dije: ¿qué estás diciendo? Ese día no me quedé a comer en su casa como otras veces. Tal vez, si yo me hubiera quedado, me contaba algo, a lo mejor me preguntó eso para sacar el tema. Como dije, la pareja de Belén era muy celoso, pero nosotros nunca la vimos golpeada. Le pregunté si el jueves siguiente, que era 1 de Mayo, lo podía ll

Fernanda

Mi mundo se abrió a la maternidad casi como una causa, a los 34 años, costó la decisión... por rebeldía, por mandato y por la vida. Con la decisión, llegó el primer Test de embarazo positivo. Llevaba 10 semanas aproximadas de embarazo. Llovía y un pinchazo me levantó de la cama, me caí, me agarré fuerte el vientre. Me di cuenta de que estaba aguantando el dolor porque no quería despertar a mi pareja porque era de madrugada. No lo soporto, grito y lo despierto. Estuvimos alerta la primera hora hasta que decidimos salir por atención y control a la guardia de la maternidad… nuestro primer embarazo.  Después de esperar conteniendo y cerrando mis piernas tensionadas en una sala de espera un rato que parece larguísimo, me hacen pasar a un consultorio. Estoy parada, no hay donde sentarme. Me recibe una doctora, paso el primer interrogatorio. Su tono de voz me sonó exultantemente sincero de que algo no andaba bien, y me dijo: - Mmm… a ver recostate en la camilla, abrí bien las piern